"Verbo"


“Verbo”, Pasto Gallery, Buenos Aires, Argentina. Noviembre 2024
Curaduría y Texto: Carlos Gutierrez

Verbo o los problemas de hacerse un cuerpo metálico y punzante
En la década del 60, un anglicista llamado Émile Delavenay desarrolló un proyecto para construir una máquina de traducir que fuese capaz de trabajar con textos complejos. El desafío central de la propuesta fue el de calibrar la reacción de la máquina a la polisemia de las palabras. Ante la pregunta sobre la posibilidad de traducir poesías, el autor dirá que “¿por qué no?”. Algo que resulta interesante de este estudio es que en sus bases estructurantes se prevén las condiciones de un fracaso esperable. Creo que esto debe ser analizado con cuidado, porque no se trata de construir una máquina para que falle, sino que se trabaja en pos de propiciar las condiciones para que un cierto tipo de actividad se desarrolle, cuyos desaciertos serán el insumo para elaborar nociones más precisas sobre el funcionamiento de, por ejemplo, el lenguaje y la comunicación.

Dedicar una vida a hacer esculturas se asemeja a la empresa de Delavenay, porque implica abogar por un proyecto dispuesto a ocuparse de fenómenos inasibles, móviles y fluidos. En VERBO, Marcolina Dipierro ejecuta, siguiendo partituras personales, piezas que en su estructura describen el comportamiento de fuerzas intangibles. Las esculturas en esta muestra operan desde acciones y gestos precisos, funcionan como verbos sin conjugaciones ni marcas: ahí donde la potencia del infinitivo es aún latente. Algunas formas y modos reinciden desde una mirada cíclica que se ampara en las infinitas posibilidades de combinación de los elementos. Guiada por impulsos intransferibles pero directos, la artista afila extremos, suaviza curvas y compone situaciones de equilibrio. Despliega texturas que se revelan ambiciosas y sedientas, sensuales y precisas: breves momentos textiles se elongan, parecieran sostener, casi desgarrarse. En la obra de Marcolina una polisemia formal es plenamente verificable.

Romance
El lenguaje no puede justificar a nadie. Corresponde a cada uno asumir por su cuenta su lenguaje, mediante la búsqueda del vocablo propio. A la ontología objetiva o sociológica de la escultura la debe reemplazar una ontología personal.
La ética de la escultura, en una experiencia diariamente renovada asegura una experiencia de veracidad (...) Así define la necesidad de precisar las relaciones de uno con los demás y de uno consigo mismo. Los mandamientos aquí son claros: Será en primer lugar el rechazo de confiar en las esculturas, confiar uno mismo y de hacer confiar a los demás en esculturas que no sean al mismo tiempo garantías del ser íntimo. Que la escultura palabra sea escultura plena, y que signifique siempre una presencia.
La escultura inaugura un nuevo modo de realidad; ella se desarrolla en un campo de fuerzas en el que rige una física nueva con leyes de equilibrio que le son propias. De ahora , por virtud de la escultura una vez pronunciada, ha comenzado a haber algo que no había antes.La escultura realiza una emergencia merced a la cual el hombre escapa a la cautividad del medio.
(*) Estos fragmentos han sido extraídos del libro La palabra del filósofo francés Georges Gusdorf y se escribió “escultura” donde en el texto original dijera “palabra”.

La escultura y sus andanzas formalistas.
Ortega y Gasset detecta la posibilidad de un tipo de conocimiento guiado por la fisicalidad y la experiencia de los fenómenos. Este abordaje se apoya en la pertenencia a un sistema de signos que, si lo asociamos a la práctica escultórica, podemos reconocer que se desenvuelve provocando ecos formales que guían al material de modos particulares, engendrando un tipo de obra que actúa en consonancia directa con lo próximo, esto quiere decir, en una estrecha relación con el espacio construído. Tal como ocurre en la escritura, el sentido es producido a partir de la posición de los significantes, por el lugar que ocupan en una trama más compleja. Esto es relevante porque podemos palpar el límite de la escultura en el cruce con la filosofía, la comunicación y la física, intervalo en el que la obra de Marcolina Dipierro se desplaza orgánicamente desde una metodología intuitiva y diversa. En su encuentro con la gramática, podemos notar que emplean reglas análogas de composición, estructura y ritmo. Trabaja atendiendo a una estructura cuasi sintáctica, que es vista como espacio relacional. Comparte con la física el modo de análisis, produciendo objetos o sistemas que no necesariamente se parecen a los fenómenos reales, pero que igualmente dan cuenta de la dimensión gestual, expansiva e inmanente de la experiencia de la vida. Lee el espacio como el intervalo entre cosas diferentes entre sí. VERBO, es una muestra que engloba situaciones materiales que polemizan sobre la complejidad de la comunicación y el esfuerzo de las prácticas espaciales, como la escultura, por desentramar las zonas más encriptadas de la experiencia. Tal como el caso que el lingüista Emile Benveniste reconoce como un lenguaje de las abejas, en este tipo de obras es imposible (o innecesario) descomponer el contenido en sus elementos formadores, porque detrás de cada uno no habitan enunciados legibles: hay fuerzas viscerales que orientan las ideas hacia una colmena alborotada, plagada de manjares e incapaz de mentir.


Verb or the Problems of Making a Metallic and Spiky Body

In the 1960s, an Anglicist named Émile Delavenay developed a project to build a translating machine capable of working with complex texts. The central challenge of this proposal was to calibrate the machine’s response to the polysemy of words. When asked about the possibility of translating poetry, the author replied, “Why not?” What is interesting about this study is that its structural foundations already foresaw the conditions for an expected failure. I believe this must be analyzed carefully, because it is not about building a machine in order for it to fail, but rather about creating the conditions for a certain type of activity to unfold—one whose missteps would serve as raw material for more precise notions about the workings of, for example, language and communication.
To dedicate a life to making sculptures resembles Delavenay’s endeavor, because it implies advocating for a project willing to engage with elusive, shifting, and fluid phenomena. In VERBO, Marcolina Dipierro executes, following personal scores, pieces that in their structure describe the behavior of intangible forces. The sculptures in this exhibition operate through precise actions and gestures, functioning like verbs without conjugations or markers: where the potency of the infinitive still lies latent. Certain forms and modes recur through a cyclical gaze that relies on the infinite possibilities of combining elements. Guided by impulses that are untransferable yet direct, the artist sharpens edges, softens curves, and composes situations of balance. She unfolds textures that reveal themselves as ambitious and thirsty, sensual and precise: brief textile moments elongate, seem to hold, nearly to tear apart. In Marcolina’s work, a formal polysemy is fully verifiable.

Romance
Language cannot justify anyone. It is up to each individual to assume their own language, through the search for the proper word. The objective or sociological ontology of sculpture must be replaced by a personal ontology. The ethics of sculpture, in an experience renewed daily, ensures an experience of truth (...). Thus arises the need to clarify one’s relations with others and with oneself. The commandments here are clear: first and foremost, the rejection of trusting in sculptures, of trusting oneself and making others trust in sculptures that are not at the same time guarantors of the intimate being. That the sculpture-word be a full sculpture, and that it always signify a presence. Sculpture inaugurates a new mode of reality; it unfolds in a field of forces where a new physics rules, with its own laws of equilibrium. From now on, by virtue of sculpture once pronounced, something has begun to exist that did not exist before. Sculpture brings forth an emergence by which man escapes the captivity of his milieu.
(*) These fragments are taken from the book La palabra by French philosopher Georges Gusdorf. The word “sculpture” has been written where the original text said “word.”

Sculpture and its Formalist Wanderings
Ortega y Gasset identified the possibility of a kind of knowledge guided by physicality and the experience of phenomena. This approach rests upon belonging to a system of signs which—if we associate it with sculptural practice—we can recognize as unfolding through formal echoes that guide material in particular ways, engendering a type of work that acts in direct consonance with what is near; that is to say, in close relation with the constructed space. Just as in writing, meaning is produced from the position of the signifiers, from the place they occupy within a more complex fabric.
This is relevant because we can perceive the boundary of sculpture at the crossroads with philosophy, communication, and physics—an interval in which the work of Marcolina Dipierro moves organically from an intuitive and diverse methodology. In its encounter with grammar, we can see that it employs analogous rules of composition, structure, and rhythm. She works by attending to a quasi-syntactic structure, understood as a relational space. She shares with physics the mode of analysis, producing objects or systems that do not necessarily resemble real phenomena, but that nevertheless account for the gestural, expansive, and immanent dimension of life’s experience. She reads space as the interval between things different from one another.
VERBO is an exhibition that gathers material situations which polemicize about the complexity of communication and the effort of spatial practices, such as sculpture, to unravel the most encrypted zones of experience. Just as in the case that linguist Émile Benveniste identifies as the language of bees, in this type of work it is impossible (or unnecessary) to break down the content into its forming elements, because behind each one there are no readable statements: there are visceral forces orienting ideas toward a buzzing hive, brimming with delights and incapable of lying.